Se llama Nadie, es peruano y abrió un local con ejemplares que les compra a los cartoneros a 500 pesos el kilo. “Antes era muy reo, hasta que me metí en los libros”.
En épocas de pandemia, el encierro también se siente con fuerza en la Villa 31, donde el coronavirus viene atacando: hasta este miércoles había 13 casos confirmados.
Por eso, la Biblia se viene vendiendo como pan caliente en la librería de Nadie. Es el libro más leído de toda la villa donde viven unos 40.000 habitantes. Para muchos, la profecía ha llegado y por eso se aferran en la fe de Dios y el Evangelio con el antiguo y el Nuevo Testamento.
Y como si fuera una bocanada de aire fresco, los padres mandan a sus chicos a comprar libros a lo de “Bigote” y vuelven contentos. Es que los chicos de tercero, cuarto, quinto y sexto grado también lo adoran.
“Bigote” en realidad es Nadie aunque al principio no le creían que se llamara así. Por eso, entre risas, cargadas y desconfianzas, tuvo que rebuscárselas para encontrar un apodo. En realidad, Nadie es Nadie Huamán Rojas, el único vecino, escritor, poeta y librero que tiene la Villa 31. Su historia de vida es tan singular como su nombre.
Nadie Huamán Rojas, con uno de sus libros. / Archivo personal Nadie Huamán Rojas
Este hombre de 55 años, bastante calvo y petacón y de frondosos mostachos había llegado al país en 1993 proveniente del Perú. Vino a probar suerte, se enamoró de la Ciudad y se quedó trabajando aquí como obrero de la construcción.
En 2007 se instaló en la Villa 31 y estableció un comercio en la manzana 109, cerca de la entrada principal de la terminal de ómnibus de Retiro y debajo de su casa que está en la primera planta. Allí vendía objetos que iba juntando de edificios en demolición de la Ciudad como puertas, fierros, inodoros y ventanas, entre otros materiales usados. Paralelamente, recolectaba toda clase de libros que estaban abandonados en las calles y los donaba en las bibliotecas y, como algunas cerraron, entonces se los quedó para reencauzar su vida y tener su propio stock.
Revista literaria. De Nadie Huamán Rojas, el librero de la Villa 31. / Archivo personal Nadie Huamán Rojas
Es que la literatura siempre atrapó a este librero, poeta y escritor del barrio 31. Incluso, cuenta que Marcos Aguinis es uno de sus mayores referentes, ya que su Asalto al paraíso le permitió perfeccionar su escritura. “Ese libro lo encontré en una bolsa de basura en la calle. Me gustó para escribir el lugar donde uno radica, que es el lugar donde debe quererlo más”, relata el librero escritor.
También se refugia en la lectura de Pobre patria mía, del mismo autor, y es fanático de La rebelión de las masas (José Ortega y Gasset), los libros de Ernesto Sabato y los del brasileño Jorge Amado, entre tantos escritores latinoamericanos.
Cuando el negocio de los materiales no dio para más decidió cambiar de rubro por algo que realmente le apasionaba: vender libros y rodearse de nuevo de la literatura. Hace siete meses, Nadie abrió una librería debajo de su casa con los libros que fue juntando y con otros que le fueron acercando. Es la primera y única que funciona en todo el barrio.
El método es muy simple: los cartoneros pasan todos los días y le dejan varias cajas repletas de libros que van juntando en la calle. Nadie mismo hace el proceso de selección: separa los que están en buen estado para venderlos en su comercio y a cambio les da 500 pesos por kilo. “A ellos también les leo algunos cuentos porque hay varios que saben sumar pero no saben leer. Se van muy felices”, enfatiza Nadie. Entre todos, se ayudan para salir adelante.
En un pasillo de la 31. Los libros que vende Nadie Huamán Rojas. / Archivo personal Nadie Huamán Rojas
La liberaría de Nadie tiene más de 2.000 títulos de todo tipo, desde novelas de grandes autores, pasando por libros de Matemática y de Historia y textos escolares a precios accesibles para los vecinos de la villa. También se pueden conseguir libros académicos y otros sobre medicina. “Afuera cuestan unos 3.000 pesos y yo los vendo entre 100 y 200 pesos, Es una gran diferencia”, destaca el librero.
Los chicos son sus principales clientes por estos días. Entonces, El Gato con botas, Mafalda y La Cenicienta se vendieron como pan caliente, al igual que los cuentos de Julio Verne, algunas revistas sobre la vida de San Martin y Belgrano. Es que sus libros cuestan entre 20, 50, 100 y 200 pesos. “A veces, los padres les dan 1.000 pesos y se llevan unos 10-12 libros para estudiar todo el año”, comenta el librero.
Mientras tanto, las novelas de Mario Vargas Llosa y Cuentos Completos, de Cortázar, aguardan por un nuevo comprador. La mayoría elige textos de autoayuda pero la Biblia ahora es su best seller. "Desde que empezó la pandemia, lo que más vendo es la Biblia", dice. Por sus precios, también llegan de afuera a comprarle.
Una Feria del Libro propia
La idea de tener una librería se fue dando por decantación. En septiembre de 2019, Rojas había organizado una Feria del Libro en coordinación con la Casa de la Cultura del barrio, donde llegó vender más de 1.700 títulos y al mes siguiente inauguró su comercio.
Luego, hizo un estudio de mercado para saber qué les gustaba leer a los vecinos y les recomienda qué libros leer según el interés de cada uno: “algunos leían libros de terror, otros de Medicina, Historia y también de Economía. Entonces, los puse a 50 pesos. La gente se iba contenta con los libros”, destaca Nadie, que también dirige una revista para promocionar el barrio.
s, distintas personalidades de la cultura y de la política y hasta el legendario corresponsal de guerra y fotógrafo iraní Reza Deghati, del National Geographic. Su próximo paso será bautizar su comercio como “Librería de Nadie”, donde allí mismo funcionará un café literario.
Su amor por la literatura viene desde su nacimiento en Chosica, un distrito ubicado en la parte oriental de Lima, a una hora de viaje de la capital de Perú. Allí, su padre se había aferrado a la Biblia para buscarle un nombre pero no le había gustado ninguno. Entonces, cuando leyó la Odisea, de Homero, encontró que Ulises se hacía llamar “Nadie” y le gustó para bautizar a su hijo.
Pero Nadie recién conoció su identidad en el colegio, cuando un profesor de literatura le explicó el significado de su nombre. Desde entonces comenzó a relacionarse con la mitología. “Sacaba buenas notas pero tenía muchas faltas”, recuerda el humilde escritor-librero.
Nadie se puso a investigar quién era, y cuál era el motivo de su existencia, y llegó a la siguiente conclusión: “En este mundo somos nadie: no sabemos nada ahora mismo ni hacia dónde vamos. En ese batallar seguimos luchando por seguir viviendo pero no sabemos para qué vivimos”.
Tiempos difíciles. Personas con tapabocas caminan este martes por el interior de la Villa 31l. /EFE/Juan Ignacio Roncoroni
La pasión por escribir novelas y poemas también nació en Chosica, un pueblito que suele ser visitado por destacados autores peruanos. Nadie aprendió a leer y a escribir en el colegio por la fuerza, para traducirle a su madre analfabeta las cartas que le enviaba su padre, un constructor que trabajaba muy lejos. Entonces, el intercambio se hizo con mayor frecuencia a través de la escritura.
Su madre lo mandó al servicio militar y luego lo enviaron al departamento Ayacucho, una región en Los Andes donde operaba Sendero Luminoso en los años ‘80 y 90, para patrullar la peligrosa zona de montañas. Una vez se encontró con un hijo de guerrilleros cuyos padres fueron abatidos. El niño pasó todo el día con él pero nunca más se vieron. Luego, le escribía cartas en forma de poemas para cicatrizar su melancolía. Desde ese momento, su vida cambió por completo.
Así nació El Hijo del General (2014), su primer libro, escrito íntegramente desde el barrio de Retiro. Un año más tarde, publicó La grandeza del Inmigrante (de la editorial Red Artística Sudamericana, 2015), una narración sobre la historia de los extranjeros, la nostalgia y el destierro, con personajes reales de la Villa 31.
Ya inmerso en la pasión por la literatura, en 2018 vinieron los festivales de poesía en la Villa 31, lo que derivó en la recopilación de los poemas con versos y relatos que participaron del evento plasmados en dos libros, una serie de viajes al interior y al exterior y cuatro invitaciones para participar del Encuentro Internacional de Escritores, Poetas y Artistas, en la 31.
Según Nadie, su vida no tenía rumbo ya que deambulaba por las calles hasta que logró rescatarse una vez que se instaló en Buenos Aires, donde volvió a encontrarse con la literatura. “Antes era muy reo, muy rebelde, me gustaba mucho la calle. Me sentía inseguro, no me encontraba a mí mismo hasta que me metí en los libros y me fui apaciguando”.
Ahora, el hombre siente el orgullo de pertenecer a la Villa 31, su lugar en el mundo desde hace 13 años. “Le agradezco mucho a la Argentina que me permitió viajar y hacer muchos amigos acá. Necesitaba encontrar lectores que compartan las mismas ideas, los mismos sueños”. Los vecinos ya lo conocen por su verdadero nombre. “Ahora me dicen ‘Nadie’, el librero. Antes me decían ‘Bigote’”.
PK